#EnvironMenstrualWeek y productos menstruales desechables

Productos para la Menstruación Descartables y Environ Menstrual Week

Esta semana es la #EnvironMenstrualWeek y me gustaría compartir ciertos conocimientos sobre las tecnologías de gestión de la menstruación. Y también una reflexión al respecto de las mismas. Porque cuando hablamos de menstruación, lo tenemos que hacer desde una perspectiva interseccional. Los productos menstruales desechables se han convertido en un problema medioambiental, debido a su alto componente en plásticos. Pero, desde el punto de vista de los países empobrecidos, los productos para la menstruación desechables se hacen sumamente necesarios. ¿Por qué? Hablemos de ello en este artículo.

Productos para la menstruación desechables: un tema económico que empieza a principios del siglo XX

Las tecnologías para la gestión de la menstruación son un “conjunto de instrumentos, métodos y técnicas diseñados para resolver” el problema de la menstruación. Entre este conjunto de instrumentos y prácticas, se encuentran los productos menstruales desechables como las compresas y los tampones. Según la Dra. Tarzibachi y recogiendo datos de 2015, esta industria genera globalmente 30 millones de dólares al año. Sí, ciertas personas se han convertido en multimillonarias gracias a nuestra sangre.

Si bien nos puede parecer que estos productos siempre han estado formando parte de nuestra gestión menstrual, no es cierto. Las compresas menstruales desechables se idearon a principios del siglo XX, debido a un excedente de cellucotton. Un material mezcla de algodón y celulosa creado para la industria sanitaria (gasas), luego de que el cultivo de algodón se viera reducido debido a las revueltas de los esclavos en las plantaciones algodoneras (para más información a este respecto, recomiendo leer Cosa de Mujeres, 2017, de Eugenia Tarzibachi. De sus aportaciones, sigo a continuación).

A partir de mediados del siglo XX, las compresas menstruales desechables se introdujeron en nuestra vida diaria gracias a las estrategias de marketing y publicitarias y haciéndose eco del discurso de la supuestaliberación femenina”. La retórica publicitaria tras estos productos pretendía solucionar lo defectuoso del cuerpo menstrual, en comparación  con el ideal corporal masculino a-menstrual. Y así sigue siendo hoy en día. En España, el “te sentirás limpia, te sentirás bien” nos acompaña desde hace muchos años. Si bien en los últimos meses, Evax&Tampax España ha incorporado en su canal de YouTube contenidos sobre Educación Menstrual, el último anuncio (entiéndase “anuncio” como aquella producción audiovisual de una marca con fines lucrativos y alto componente simbólico) sigue siendo este: 

¿MÁS limpia? ¿MÁS bien? Lo abyecto y defectuoso del cuerpo menstrual se hace eufemísticamente evidente, además, sustituyendo (todavía) el color rojo de la sangre por un líquido azul que nos remite a los conceptos de pureza y limpieza (Guillo, 2014). Con esta “descartabilidad”, se potencia la idea de que la menstruación es algo anodino que se puede “descartar” porque no nos pertenece. Se sigue potenciando, pues, un ideal a-menstrual. El ideal corporal masculino.

La problemática medioambiental de los productos menstruales desechables:

De esta disociación entre cuerpo y menstruación, pasamos a la problemática medioambiental. La mayoría de estos productos menstruales desechables tienen un alto componente plástico (packaging, funda contenedora/protectora y aplicador). Por ejemplo, según City to Sea, solo en el Reino Unido, se calcula que alrededor de 2,5 millones de tampones y 1,4 millones de compresas se tiran por el inodoro y acaban en el mar. 

Aunque los tampones y las compresas desechables siguen siendo el producto más usado a nivel global y es una industria creciente (Tarzibachi, 2017), otras tecnologías para la gestión de la menstruación como la copa menstrual, el sangrado libre, las compresas de tela reutilizables y/o las bragas menstruales han ido abriéndose mercado entre las personas menstruantes, sobre todo entre las más jóvenes. Y parece ser que su uso genera confianza y permanencia. En este trabajo de final de máster de Aída Illa García en 2018 (las investigaciones académicas al respecto en España son escasas, aunque se están empezando a realizar desde trabajos de final de grado y final de máster), se identifica que “prácticamente todas las usuarias prueban la copa, después siguen con ella, ya que encuentran que es el producto más saludable y cómodo para su día a día”. 

En este estudio de Stewart, Powell y Greer (2009) se recogen algunas de las motivaciones y frenos a la hora de adquirir la copa menstrual. Entre las motivaciones, se destacan las siguientes: 

  • Es un producto sostenible
  • Se cambia menos a menudo 
  • No hace falta llevar repuestos
  • Una copa dura años
  • No se desecha
  • Se puede monitorear más fácilmente la cantidad de sangre menstrual

Los frenos ante el uso de la copa menstrual están relacionados con los siguientes puntos:

  • La dificultad de uso percibida
  • El lavado entre los usos 
  • El uso de las manos para quitar, limpiar y reintroducir
  • Objeto extraño dentro de la vagina
  • Dificultad en la inserción
  • Preocupaciones sobre la esterilización e infección
  • Las pérdidas
  • El precio de coste

Desde Intimina, la compañía de productos menstruales que ha creado, junto con Pantone, la nueva tonalidad “Period”, aseguran: «El uso de la copa menstrual durante el periodo permite conocer nuestros genitales y a observar cómo funciona nuestro sangrado, lo que supone, en definitiva, un profundo autoconocimiento de nuestra sexualidad y nuestro cuerpo que, indudablemente nos aproxima a todas las mujeres, y de buena forma, a un empoderamiento femenino individual y colectivo a través de nuestra sexualidad» (Europa Press, 2019).

La toxicidad de los tampones:

En el plano de la salud, un informe elaborado por Women’s Forces For the Earth (2013) cita investigaciones llevadas a cabo, cuyos resultados confirman la presencia de perfume, dioxinas y pesticidas en varias marcas de tampones. El uso continuado de estos productos puede acabar desarrollando alergias, disrupción endocrina y cáncer (Women’s Forces For the Earth, 2013, p-20). Otro de los problemas con los que nos encontramos ante el uso de tampones es el Síndrome del Choque Tóxico, producido por las bacterias Staphylococcus aureus y Streptococcus pyogenes. La modelo Lauren Wasser perdió sus dos piernas como consecuencia del Síndrome del Choque Tóxico. Su imagen y su activismo nos recuerda la violencia a la que los cuerpos menstruantes están constantemente sometidos:

Productos menstruales desechables y Pobreza Menstrual:

Para las personas menstruantes que no tienen acceso a recursos económicos, la menstruación supone un problema más grave. En primer lugar, es necesario reparar en la idea de que el uso de productos menstruales reutilizables conlleva la necesidad de acceso a agua potable y frecuente para su correcto lavado y desinfección. En los casos en los que esto no es posible, los productos menstruales desechables se convierten en indispensables. Sin embargo, no debemos olvidar que estos productos, en la mayoría de países, se distribuyen dentro de los circuitos comerciales (no se dispensan gratuitamente, aunque Escocia ha sido el primer país en romper esta barrera). Además, a su precio de base se le añade el impuesto de lujo. Es decir, en muchos países, estos productos a pesar de ser de primera necesidad están gravados con el mismo impuesto que un producto de lujo. En España, en 2018, se consiguió bajar del 21% al 10% y ahí nos mantenemos, sin llegar al 4% aplicado a los productos de primera necesidad. Este impuesto se conoce como Tasa Rosa y puedes informarte más al respecto en este artículo de El País

Si quieres conocer cuánto gasto te ha supuesto la gestión de tu menstruación hasta la fecha, siempre que seas consumidorx de productos menstruales desechables, puedes calcularlo aquí. A continuación, te muestro el mío. He introducido hasta los 25 años que es cuando dejé de utilizar productos descartables y me pasé a la copa menstrual: 

¡La verdad es que podría haberme pagado la matrícula de mi primer año de doctorado con esas 500 libras! Una vez más, se evidencia la desigualdad en la gestión económica de los cuerpos. Donde la gestión del cuerpo menstruante ya no solo responde a un ideal de belleza imperativo hacia la consecución de esa feminidad construida culturalmente. La gestión del cuerpo menstruante es de suma necesidad ante la vivencia vergonzante y asquerosa que supondría cualquier pérdida de sangre menstrual ante los ojos de la mayoría de sociedades.

En los países empobrecidos como Uganda, Kenya o India, en los que la menstruación todavía sigue regida por un profundo tabú, las niñas y adolescentes que no pueden acceder a productos menstruales (por su elevado coste) prefieren quedarse en casa antes que ir a la escuela, ya que cualquier mancha supondría un impacto psicológico difícil de superar. Concretamente, en India, en 2017, una niña se suicidó ante la humillación de su profesora por haber manchado el uniforme escolar

En las zonas rurales de Nepal, se sigue practicando el Chhaupadi. Una tradición que obliga a adolescentes y mujeres menstruantes a permanecer apartadas en chozas a la intemperie, quedando expuestas a abusos sexuales y accidentes mortales como consecuencia de temporales, derrumbes, incendios o mordeduras de serpientes (UPADHYAY, 2017). 

Por todo lo expuesto en este artículo, y a propósito de la #EnvironMenstrualWeek, considero importante ser conscientes de nuestro privilegio, cuando se trata de decidir entre productos menstruales desechables y productos reutilizables. Pero también os animo a que reflexionemos sobre la necesidad de estos en sociedades empobrecidas, donde las mujeres no tienen acceso a recursos económicos ni a agua potable. En estas lógicas, no hay otra alternativa posible: los productos menstruales todavía deben ser descartables y gratuitos. 

Entre todas, todes y todos podemos construir una menstruación sana, digna y sostenible no solo en occidente, sino en todo el mundo. ¡Hasta la próxima!

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