Menstruación y baja laboral: ¡Cambiemos el sistema!
La baja menstrual ha vuelto a ser noticia. La periodista Geneva Abdul ha publicado este artículo en el New York Times sobre la iniciativa de Zomato para ofrecer permisos de ausencia laboral a aquellas empleadas* con menstruaciones dolorosas. Así pues, Zomato, la empresa de comida a domicilio más grande de India, ha decidido ofrecer hasta diez días de baja menstrual pagada, también aplicable a las empleadas transgénero. Pero, ¿qué es la baja menstrual?
La baja por menstruación es la posibilidad de obtener una baja laboral 100% remunerada por la empresa y bajo certificado médico cuando las menstruaciones son muy dolorosas (dismenorrea). Esta medida, no obstante, viene con aplausos y controversias. Algunos colectivos feministas y otros colectivos conservadores ven en la baja menstrual una nueva fuente de discriminación sexual. El colectivo de activismo menstrual, sin embargo, opina que es un gran paso para la normalización de la menstruación en espacios públicos como pudiera ser el entorno laboral. Yo opino, además, que es un freno ante la hiperproductividad tan característica del modelo capitalista industrializado sobre el que se erige el mundo laboral en el que vivimos y desde el que nos movemos.
En este artículo, profundizo en los temas principales que atraviesan la baja menstrual desde una perspectiva crítica y desde mi posición como mujer cisgénero**. Espero ofrecer una amplia visión al respecto para quienes deseen conocer más sobre la baja menstrual, una iniciativa que nos beneficia a todas.
El origen del debate sobre la baja por la menstruación en España
En 2017, cuatro legisladoras del partido democrático italiano, propusieron un proyecto de ley para promover la baja menstrual 100% pagada y bajo certificado médico en Italia. Los medios se inundaron de titulares al respecto de esta iniciativa estatal propuesta por Romina Mura, Daniela Sbrollini, Maria Iacono y Simonetta Rubinato. Pero el proyecto de ley italiano para promover la baja menstrual no salió adelante. Tampoco en España se llegó a un acuerdo, cuando los diferentes grupos parlamentarios y medios de comunicación empezaron a debatir al respecto al hacerse eco del proyecto de ley italiano.
Los comentarios de Javier Maroto, del Partido Popular, al respecto de la baja menstrual quedaron recogidos en este artículo de El Periódico. Maroto alegaba que “primero se debería fijar desde el ámbito sanitario y jurídico cuál es el concepto de ‘menstrualidad dolorosa’ y después llegar a “un acuerdo mínimo con agentes sociales y empresariales para que (la baja menstrual), en ningún caso, pudiese ser una medida que perjudique laboralmente al colectivo femenino”. Pero este argumento no es del todo cierto por varios motivos. Veamos por qué.
La baja menstrual es un gran paso, pero no puede ser el único. Se necesita muchísima más investigación en materia de menstruación y salud
En la mayoría de los países en los que la baja laboral por menstruación es un derecho por ley, es necesario un certificado médico que avale que la empleada en cuestión sufre dolor menstrual y que este dolor le incapacita para la ejecución de sus tareas laborales diarias. Como bien afirman desde los colectivos de activismo menstrual, las investigaciones con la menstruación como foco de estudio son muy escasas, más aún aquellas realizadas con perspectiva de género.
Esto quiere decir que los paradigmas bajo los que se estudia la menstruación en el ámbito médico y académico no suelen tener en cuenta las realidades corporales y psicológicas de las personas que menstrúan. Por lo tanto, se pueden llegar a conclusiones sesgadas que, de aplicarse como métodos de evaluación, estarían obviando indicadores de salud muy graves como aquellos tras los que se esconde la endometriosis. Vaya, que sin investigación médica sobre la menstruación, estaríamos perpetuando la misma situación médica que vivimos hoy en día.
En este artículo sobre menstruación y pediatría, por ejemplo, recojo los principales aportes de un estudio, en el que se encuestan a pediatras de Estados Unidos. Los resultados evidencian una clara falta de educación menstrual entre el personal médico pediátrico. Esta falta de educación menstrual, además, es mayor entre el colectivo de pediatras hombres. Una situación muy grave, pues es en la menarquía cuando se pueden empezar a detectar signos de alarma y evitar posibles enfermedades futuras, con graves consecuencias para la salud de las personas que menstrúan.
Dejar que sea la autoridad médica la que determine cuál es la normalidad del dolor menstrual sin nuevas (y más) investigaciones realizadas con perspectiva de género es dejar -nuevamente- que la estandarización propia del academicismo heteropatriarcal pese sobre las vivencias de las personas que menstrúan, que suelen variar en cada caso particular. En este punto, resulta interesante recuperar la referencia a Molière que realiza Élise Thiébaut en Esta es mi sangre: puede que ante la autoridad médica heteropatriarcal, las que sufrimos dismenorrea solo seamos “unas enfermas imaginarias”.
Para Pilar Viana, ginecóloga del Hospital Ruber de Madrid, el objetivo no es conseguir una baja menstrual porque para eso ya existen las bajas médicas convencionales. Según Viana, el objetivo pasa por poner solución a ese dolor. “Durante mucho tiempo se ha pensado que el dolor de regla era normal y no se ha investigado en profundidad los problemas que sufren las mujeres», expone Viana en este artículo. Sin embargo -y en mi opinión-, no estar a favor de la baja menstrual solo porque ya exista la baja médica convencional significa:
- Por una parte, no tener en cuenta la salud femenina, así como fomentar la idea de que la menstruación es una enfermedad.
- Por otra parte, significa seguir silenciando ese dolor en el entorno público (como el laboral).
- Y por último, significa pasar por alto las estructuras socioeconómicas que conforman la lógica del mundo laboral. Unas lógicas creadas teniendo en cuenta el ideal masculino y todos sus valores asociados: acción, proactividad, emprendeduría, hiperproductividad. (Hablaremos de ello en el siguiente punto).
Y ya sabemos a dónde nos han llevado tales ideales: a un abuso de poder constante que esclaviza a personas, a animales no humanas y a nuestro planeta.
La baja menstrual se necesita legislar y ejecutar con perspectiva de género, pero también con perspectiva de clase
La perspectiva de género:
Uno de los argumentos relacionados con la menstruación en el trabajo es la pérdida de productividad en los días previos y durante la menstruación. En este artículo, se cita un estudio publicado en la revista BMJ Open, según el cual “los síntomas de la regla pueden estar relacionados con casi nueve días de pérdida de productividad cada año a través del presentismo”. En este sentido, “en promedio, cada mujer era menos productiva durante un tercio del tiempo, debido a los síntomas menstruales” y que “el impacto real en las mujeres y en la sociedad se subestima”.
Al hablar de productividad dentro de una lógica capitalista, estamos hablando, inevitablemente, de patriarcado. Tomando como referencia la idea de la antropóloga Almudena Hernando en este vídeo, el patriarcado no necesariamente significa capitalismo, pero el capitalismo sí necesariamente ha surgido dentro de unas estructuras patriarcales. En estas, y tal y como decía con anterioridad, la jerarquía, el abuso de poder, el culto al éxito, al dinero y a la hiperproductividad son valores creados desde un grupo de personas (hombres blancos, heterosexuales y burgueses) en el poder.
- Para más información a este respecto, recomiendo leer Calibán y la Bruja, de Silvia Federici. Lo podéis encontrar gratuitamente aquí, ya que esta maravillosa obra se distribuye gratuitamente a través de Creative Commons, fiel a la crítica sobre la propiedad privada de Federici en este libro.
- Y para ampliar la mirada de Federici a los dos últimos siglos, es importantísimo leer -también- Por tu propio bien: 150 años de consejos expertos a mujeres, de Barbara Ehrenreich y Deirdre English.
En un sistema hecho por y para los hombres, no hay lugar para otras realidades corporales como pudieran ser las de las personas que menstrúan, quienes se tienen que adaptar a lógicas y dinámicas que funcionan sin tener en cuenta sus ciclos corporales. Por lo tanto, seguir relacionando menstruación con productividad es hacerlo desde una perspectiva patriarcal y capitalista.
No sucede lo mismo con el nuevo liderazgo, que tan orgullosamente se expone desde el mundo de los recursos humanos. El nuevo líder es empático, comunicativo y trabaja la inteligencia emocional. Es decir, se mueve (más o menos) desde la ética de los cuidados. Estos valores han sido tradicionalmente asociados a la feminidad y, sin embargo, jamás se relaciona la feminidad tradicional con el mundo laboral. Más allá de la crítica esencialista que toda esta argumentación pueda despertar, lo cierto es que sigue habiendo -también en el nuevo entorno laboral- una usurpación de lo que siempre ha sido asociado a la mujer.
Para saber más sobre la usurpación del poder femenino, recomiendo leer Vulva: la revelación del sexo invisible de Mithu M. Sanyal; y Matricidi: el secret del patriarcat de Rosa-Elvira Presmanes (por el momento, solo lo conozco editado en catalán).
En este artículo, se expone que, a pesar de que en Indonesia las trabajadoras puedan disfrutar de dos días al mes de licencia menstrual, muchas de ellas no suelen aprovecharla. De tal afirmación, se pueden extraer las siguientes preguntas:
- ¿Qué ocurre cuando la medicina también es un servicio privatizado?
- ¿Qué ocurre con las trabajadoras migrantes, quienes pueden no tener acceso a medidas de protección social y de salud?
- ¿Qué ocurre cuando, en algunos países, la mayoría de ginecólogos son hombres? ¿Cómo afecta esto a la voluntad de realizarse revisiones ginecológicas ante el pudor y vergüenza socialmente construidos alrededor del cuerpo de aquellas personas que la propia sociedad relega a la condición de “abyectas” como las personas que menstrúan?
La perspectiva de clase:
Pensar que la flexibilidad horaria y el teletrabajo es la única solución ante los dolores menstruales es obviar varias realidades:
- La diferencia y variabilidad de síntomas que presentan las personas con dismenorrea.
- Las personas menstruantes que ocupan puestos de trabajo “esenciales” y que, por lo tanto, no tienen posibilidad alguna de cambiar el horario de forma inmediata, tampoco de teletrabajar.
Al mismo tiempo, pensar que la menstruación solo nos afecta en este sentido es pensar desde nuestra posición de clase media. Según este artículo de VICE, en otros países, los patrones verifican si las mujeres están menstruando o no. En Latinoamérica, por ejemplo, millones de mujeres tienen que demostrar ante sus jefes que tienen la regla, enseñando sus compresas, para verificar que no están embarazadas y mantener su trabajo. Un poco como lo que ocurre en The Handmaid’s Tale, pero con la finalidad completamente opuesta.
La baja por menstruación NO puede ser únicamente una iniciativa privada
Zomato no es la única empresa privada que ofrece la baja laboral por menstruaciones dolorosas. Nike fue la primera en ofrecer este derecho laboral en 2007, una iniciativa a la que se sumó Coexist en 2016. En algunos países como Japón, la baja menstrual no es una iniciativa privada, sino que está determinada por ley desde 1947. En otros países asiáticos como Taiwán, las mujeres pueden disfrutar de una licencia de tres días al año por baja menstrual (una cifra insuficiente teniendo en cuenta que muchas mujeres viven todos sus ciclos menstruales con dolor severo); en Indonesia, como decíamos, este permiso es de dos días por mes; y en Corea del Sur la baja menstrual es de un día al mes.
Según la periodista Geneva Abdul, la baja por menstruación (o period leave en inglés) es un paso muy importante para normalizar la menstruación en India, “donde el 71% de las mujeres jóvenes no saben que existe la menstruación hasta que viven su primer ciclo, según la UNICEF”.
No olvidemos que la menstruación se suele vivir como un proceso personal y privado debido al estigma social que la rodea. El objetivo de la baja menstrual, tal y como hemos nombrado con anterioridad, es normalizar la menstruación en entornos públicos como el entorno laboral y, además, normalizar la existencia de otras corporalidades más allá de las tradicionales masculinas sobre las que se erigen las estructuras socioeconómicas heteropatriarcales en las que vivimos en la mayoría de sociedades industrializadas.
Por este motivo, no podemos dejar que la baja menstrual sea únicamente una iniciativa privada. Las empresas deben tener respaldo estatal. La baja laboral, pues, tiene que estar garantizada por ley. Pero en la política pública de España, esta propuesta sigue siendo una cuestión pendiente. También lo es la eliminación de la tasa rosa de tampones y compresas y otros productos para la gestión de la menstruación.
Por suerte, en otros países como Argentina, la menstruación ya se está colocando en la agenda pública. Así se demuestra en el encuentro online entre diputadas y profesionales de la educación menstrual del país. Recomiendo enormemente su visualización al completo para entender todos los aspectos por los que la menstruación está atravesada en la mayoría de sociedades:
*Uso del femenino genérico.
**Mujer cisgénero. Más información sobre lenguaje inclusivo, no binario y no tránsfobo aquí.