¿Es correcto hablar de «Menstruación sostenible»?

¿Es correcto utilizar el concepto de “Menstruación Sostenible” para referirnos a una menstruación gestionada mediante tecnologías y prácticas que generen menos residuos, que nos ayuden a reconciliarnos con nuestro sangrado periódico y que supongan una ventaja en la gestión económica de nuestros cuerpos?

NO. La menstruación, como proceso corporal, es sostenible de por sí. Lo que no es sostenible es el uso de determinadas tecnologías para gestionarla.

El cambio hacia tecnologías para una gestión menstrual sostenible no es tan fácil

Aunque pareciera que el uso de los productos para una gestión menstrual sostenible es de libre elección, lo cierto es que sobre este acto de necesidad/compra pesan años de adoctrinamiento sobre el cuerpo de la mujer cisgénero como defectuoso, sucio e impuro, que menstrúa y que es necesario ocultar delante de un otro generalmente masculino heterosexual. En el caso de los cuerpos de las mujeres menstruantes, es necesario ocultar este cuerpo con prácticas que nos acerquen al ideal de feminidad no menstruante (construido desde esa mirada masculina), mediante el uso de tampones y compresas desechables, constituidos por años por el discurso de la industria FemCare como nuestros grandes aliados. En ese acto de descartar el producto reside un significado de descartar la menstruación de nuestro cuerpo. La menstruación se convierte, así, en algo que no nos pertenece y nos acerca, por tanto, al ideal de cuerpo no menstruante que es el del hombre cisgénero. (Tarzibachi, 2018)

Entonces, si la gestión menstrual es insostenible no es responsabilidad de las personas que menstruamos, sino de la industria del FemCare.

Hablar de «menstruación sostenible» es peligroso porque sigue llevando asociado el concepto de «contaminación»

Por otro lado, ¡cuidado! Utilizar “sostenible” como calificativo de menstruación es hablar de “contaminación” o “residuo” por lógica de opuestos. Y esto es peligroso porque sigue asociando el concepto de “contaminado” al cuerpo que menstrúa.

Por último, tampoco es del todo adecuado que las empresas de productos para una gestión menstrual sostenible utilicen el beneficio medioambiental como único argumento de venta. Esto coloca la responsabilidad medioambiental en las personas menstruantes, como si ello no dependiera absolutamente de las grandes corporaciones e industrias. Nos estaría colocando -de nuevo- en el lugar de los cuidados solo por ser mujeres menstruantes.

Esta reflexión está disponible de forma extendida en el IGTV de @thecycleworldcup. La realizo desde la experiencia propia y desde lo aportado por Eugenia Tarzibachi en su más que imprescindible libro “Cosa de Mujeres”.